PARTE II. El heredero de La Occa

EN LA ACTUALIDAD

Despertó abriendo sus ojos lentamente. Quiso levantarse de la camilla para estirar sus extremidades, aunque le resultaba imposible hacerlo, debido a las firmes ataduras que le colocaron los asistentes y enfermeros.-Hoy llegan las cuentas al trailer-dijo preocupado-además, si no me dejan contactar con Bruce, o con Ashley, perderé mi único y mal pagado empleo-finalizó con un suspiro de impotencia. Un hombre de aspecto cuidado y entrado en años se asomó a la puerta de la habitación de Julio. Este pudo notar en su rostro relajado una felicidad que resultaba envidiable. El hombre se acercó a la camilla donde se hallaba postrado y sonrió complacientemente, sin pronunciar una palabra. Tenía una herida en su calva, cerrada con sutura antigua, que le brindaba repentinamente un aire espeluznante. Vestía de blanco, pero su atuendo era distinto al de los demás empleados. Era un fino ropaje de pieza única que lo cubría desde el cuello hasta los pies. Cruzó sus manos detrás de su cuerpo mientras contemplaba la tranquilidad de Hughes.

-Y usted debe ser el dueño de este recinto para locos-supuso Julio, juzgando por su extraño ropaje
-No es así. Yo soy no más que alguien que vino a entregarte un mensaje-respondió. Esta frase hubiese sido perfecta para un ángel que entrase flotando desde la ventana, con el característico brillo etéreo de los entes divinos y la serenidad que lo justifica. Lamentablemente éste no era el caso, lo que restaba credibilidad a la opinión de Julio sobre esa proclamación.
-¿De veras?-dijo, con ánimos de retarlo-pues dime, ¿qué es tan importante, que yo deba saber a estas alturas?

Hubo un silencio penetrante de unos pocos segundos. La eminencia tomó una generosa bocanada de aire, y la dejó ir lentamente. Lo miró concentrado y en unos instantes estuvo listo para evitar rodeos, e ir al grano.

-Tu padre está vivo, sólo que está muy lejos de ti ahora. Pienso que le encantaría volver a verte algún día antes de que muera-el hombre aseveraba cada vez más su tono con cada palabra que decía, lo que acentuaba el efecto de petrificación que acababa de provocar en el escéptico Hughes.
-No puede ser verdad, hombre. No puede ser cierto, mi padre murió junto a mi madre y mi hermana en aquel maldito accidente... Eso no puede ser posible
-No Julio. No fue un accidente; y tu padre sobrevivió. Debes encontrarlo, antes que "ellos" sepan la verdad y te encuentren a ti. Tu destino te protegerá. Naciste con el espíritu de un guerrero, tú puedes lograr lo que sea. Adelante y buena suerte

Súbitamente la habitación empezó a contraerse como la visión de alguien bajo efectos de la droga o el alcohol. El entorno se ensancha, y enseguida encoge otra vez. Esa es la secuencia. Junto a ésta percibe un sonido horrible, producido por su imaginación. El hombre de blanco ríe. Todo se detiene. Julio siente un sutil toque de dedo sobre su frente, justo como lo hacía Fred cuando quería darle seguridad, mostrarle un gesto de confianza. Siempre funcionaba para eso, y esa vez no fue la excepción. Se sintió relajado. Súbitamente, el hombre se desvaneció ante sus ojos. 

-¡QUE COÑO HE HECHO!-gritó para salir de su calma. Luego de hallarse completamente sólo, notó una sombra formándose desde una esquina superior del techo de la habitación. El no pudo entrar en pánico, pues este hecho aumentó su furor y sólo le produjo ira, en vez de miedo. El cuarto estaba ennegrecido, casi por completo-¿Me vas a llevar al jodido infierno de una vez? ¡Vamos, trágate mi alma! ¡Cabrón!-,clamó en todo desafiante-Siempre quise patearle el culo al demonio yo mismo-. La sombra no se detendría hasta cumplir su cometido, y siguió el trayecto hasta alcanzar su cuerpo, cubriéndolo lentamente. Sus manos doblaron las barras laterales de titanio de la camilla, sus pies se retorcían bruscamente, y sus ojos se tornaban blancos, mientras la oscuridad le entraba por la boca y la nariz. Su mirada cambió de color. Su esclerótica se había tornado completamente oscura. Soltó una risa prolongada, mucho más maquiavélica que la de la última vez.

La habitación estaba muy bien iluminada. Julio despertó esta vez, de verdad. Experimentó una desagradable sensación de vacío, como si fuera a caer de un sitio muy alto, al mismo tiempo que recuperó la conciencia. Tenía varios años sin que su mente le propiciara una jugarreta de tal magnitud, sin contar la vez en que se hallaba con Eliana rebosando de placer sobre su cama. Se asustó, pues no era común que tuviera pesadillas durante su descanso. El no quería creer que su sueño fuera producto de otra cosa, que no haya sido el exceso de información basura alojada en su memoria. Tal vez fue sólo la mala comida de la clínica psiquiátrica que le cayó pesada. No quería tener duda de eso. Sólo le perturbaba una cosa, y le intrigaba otra; ese sueño podría tener un claro significado para él, si así lo quisiese y, ¿quién era ese hombre de aspecto tan peculiar, que sólo podía asociar con una persona conocida? Las pistas que debía reunir para creérselo, más las que eran de suma importancia para seguir el propósito que tenía en mente, simplemente le resultaba muy agotador. Respiró tranquilidad al saber que estaba a salvo, atado a una camilla, pero seguro de que nada malo iba a sucederle mientras conservara su lucidez. Al cabo, un sentimiento de culpa se apoderó de su ser. No quiso seguir llenando su mente de pensamientos inconclusos, o que le recordaran a su sinuoso pasado, así que reunió toda la valentía que pudo y se mordió la lengua. Su ritmo cardíaco se aceleró de inmediato, y en un momento casi disminuyó por completo.

ANTES

"Para algunos, la balsa de la monotonía es tranquila, serena y brinda seguridad. Para mí, la monotonía es estar en medio de un enorme lago sobre una balsa estática, inerte. Es a lo que yo llamo tiempo muerto, tiempo en el que no se experimenta un cambio. Es sólo el período en que un cambio se plantea por sí sólo, ajeno a nuestra voluntad o sapiencia. Cuando ocurre, nos toma por sorpresa y muchas veces genera controversia para nosotros. Nada más esperaríamos a que algún viento huracanado impulse nuestra balsa hasta la orilla. Otros, como yo, preferiríamos saltar de la balsa y nadar hasta la orilla, sin importar qué peligro asecha bajo el agua. Ahí está el otro tipo de cambio; el que queremos con ansiedad y nos impulsamos hacia él, en busca de una respuesta diferente a la que siempre habíamos recibido bajo las garras de la monotonía. No es la brecha entre la imprudencia o la valentía, ni entre la astucia o la cobardía; no, es más que eso. Supone el pleno uso de la libertad, guerrera persa cuya arma de doble filo es la decisión. Me pregunto hasta dónde llegará su poder. Es decir, si la libertad es tan divina como dicen, ¿no será capaz de crear otro tipo de cambio, diferente a los dos anteriores? Uno que sea grande, que ejerza su fuerza entre la voluntad de las personas. Quizá, el secreto de ese poder está en la voluntad..."

La idea de formar parte de una comunidad aferrada al pecado truncaba la mente del joven Hughes en callejones sin salida. Cada pensamiento lo acusaba de incrédulo, pero él decidía no creer con tanta fidelidad en ninguno. Fred terminó de leer la cita de la balsa y antepuso una opinión en su mente. Julio condujo su auto con expectación ante la respuesta de su copiloto.

-Esto es... ¿a qué quieres llegar con este tipo de cosas? ¿Pretendes que un ser divino lo lea y meta tus disparatadas ideas en la cabeza de todos?
-No lo sé-respondió de forma apática. Está cansado de ser reprendido por su padre constantemente, y el hecho que su mejor amigo lo haga le baja el autoestima.-¿Tú hubieses escrito algo mejor?
-Chico, las cosas no funcionan por arte de magia. Aprende a vivir como mortal y tal vez luego puedas entender mejor el por qué de las cosas
-Me vale...

Aparcaron el Corolla en frente del garaje de Mandie. La casa estaba muy bien arreglada, tenía el aspecto de cualquier otra casa de dos pisos del condado de Orange County. Los jardines frontales, el dedicado camino de piedras hasta la puerta, la paz a su alrededor, tornaban la casa en un escenario perfecto para una película de suspense. Apenas se acercaron a la entrada, no tardaron en oír el último single de la banda galesa de Metalcore, BFMV.

-Jodida Mandie, de dónde conseguirá esa música tan endemoniada-reclama Fred. El no es de los que les guste la música de sonidos fuertes, sólo admira algunas bandas de Heavy Metal de los 80. Adora las melodías clásicas, suaves y armoniosas. Su hermana mayor, Mandie, es todo lo contrario; apunta hacia lo moderno, lo innovador y le encantan las composiciones eléctricas, con mucha fuerza, donde los vocales capturen al público con unos buenos guturales y a la vez entonen con excelsitud las notas de canto más complicadas.

La puerta se abrió por sí sola, dejando entrar al ruido directamente en los oídos de los visitantes. La música se detuvo repentinamente. Una chica de unos 29 años de pinta llamativa se deslizó de rodillas desde un costado de la entrada, deteniéndose justo en frente de ellos. Parecía que los esperaba ansiosamente. Tenía el cabello teñido de dos colores, con un par de mechones fucsia en la pollina y la parte de atrás.  Usaba una camisa de botones blanca rayada, cerrada hasta arriba. Alrededor del cuello le colgaba una corbata de colores chillones. Bajo la camisa lucía unos pantalones de lino color lila muy ajustados, sostenidos por una correa de púas con una calavera risueña en el centro. Sus botas eran la envidia de todo admirador del estilo gótico o punk. Usaba unos lentes muy elegantes y costosos en comparación al resto de su vestimenta. Aún en el piso, extendió sus brazos.

-¡Taraaa!
-No me imaginaba que fueses tú, pedazo de loca
-Y quién más podía haber sido, ¿querido hermanito?-dijo en tono burlón, y enseguida se levantó para abalanzarse sobre Fred.  Utilizó un brazo para sostenerse y el otro para frotar su puño contra el cabello de su hermano.
-¿Una de tus frenéticas amigas, tal vez? Más vale que no. Tú ya has perdido los estribos

Tomó unos segundos para reírse- ¿y qué diseñador gráfico del mundo no lo ha hecho a estas alturas?-preguntó de forma retórica.

-Mi madre no lo ha hecho todavía-aclaró Julio.
-Tienes razón enano. Seguro es porque no ha desarrollado su máximo potencial todavía-propuso risueña, sin ánimos de mofarse de su propia profesión.

Julio desveló una sonrisa poco usual. Entraron a la casa y se acomodaron en la sala de estar sobre unos muebles de cuero negros, que combinaban su elegancia con los pálidos colores de la alfombra y modernizaba el entorno junto a sus equipos tecnológicos de matices gris y beige. Mandie les trajo una bandeja de cerámica con tres tazas de café y la dejó reposar sobre una mesa de baja altura. Ambos tomaron una taza y se sirvieron azúcar. 

-¿Así que están listos para el toque de hoy?
-Va a ser una locura-repone Fred.
-Locura es mi apellido hermanito
-Eso ya lo sabemos-dice Julio, mientras ríe y mira a Fred.
-Muy gracioso enano. Cuídate que no se te rompa una cuerda en pleno solo, a ver si sigues tan burlón
-Y tú cuídate de no pegar una baqueta del techo cuando la lances
-Y de no metérsela a alguien por el ojo-continúa Fred con la coartada.
-Qué más da, en esos bares siempre hay gente que le falta un ojo, así que uno más, uno menos, ¿cuál es la diferencia?

Hubo un silencio prolongado después de lo último que dijo Mandie. Los nervios hicieron acto de presencia en ese momento, cosa que era muy normal antes de tocar en vivo frente a una multitud. No era su primera vez en hacerlo, habían participado en tres de guerras de bandas y en un par de festivales. Todavía no tenían patrocinador, pues apenas tenían unas pocas presentaciones encima y sólo cuatro canciones de su propia autoría. Fred había estudiado composición musical por varios años, generalmente era el bajista, era bueno cantando en voz gutural (gritos con la garganta). Mandie tocaba la batería como una máquina, hacía coros y tenía un gusto muy extraño, pero refinado. Julio apenas tenía 2 años desde que aprendió a tocar guitarra, pero tenía un talento musical notable, además era el vocalista principal y la mayoría de las veces tocaba la guitarra. En ocasiones se alternaba su instrumento con el de Fred, pero el papel de vocales seguía igual. Por ser sólo tres miembros, eran menospreciados con frecuencia, pero a la vez eso les otorgaba el poder de convertir la situación a su favor, y transformar los abucheos iniciales en aplausos y gritos de gloria en un par de minutos. 

-Vamos, se nos hará tarde si no llegamos al bar pronto-reclama Fred.
-Cierto, empezarán a presentar a las bandas a las 11-dice Mandie.
-Eso es bastante tarde
-Recuerda que no es cualquier bar enano, es el exquisito Moulin Rouge
-Me vale, otra vez...

Llegaron al sitio en un santiamén. El estacionamiento estaba repleto y las aceras plagadas de automóviles. Entraron por detrás del escenario a la zona de espera de los músicos, mientras su respectiva banda es llamada. Esa noche era la última gran guerra de bandas del año, con un invitado especial que desglosaría una ávida sonrisa y gustosa reacción por parte de Julio, con estar al tanto de su asistencia al evento. Nada menos que el guitarrista líder de Dream Theater y de su otra banda Liquid Tension Experiment, John Petrucci, quien tendría gran influencia sobre el criterio de los dos jueces restantes. Las reglas eran simples; veinte minutos por banda e interpretar mínimo dos canciones de su autoría, el resto del tiempo lo usarían como se les antojase. Habían diez bandas participando, escogidas no aleatoriamente, sino representando a su condado, es decir, eran los ganadores de cada condado quienes se jugaban la representación estatal, para luego competir a nivel nacional, ganar patrocinio, grabación de un álbum y su lanzamiento en un par de meses, sin mencionar lo aclamada que sería la dichosa banda en todos los medios de comunicación.

Dio inicio el evento. Pasó la primera banda. Luego la segunda. La tercera, Sanedrix, que era la banda del primo de Fred, su enemigo fraterno si pudiera decirse. El consideraba que era muy buena, por lo que le guardaba respeto. Tres bandas se habían subido al escenario. Los jueces tenían algunas anotaciones en sus libretas. La gente aplaudía menos de lo que abucheaba, pues habían muchos músicos de otros lugares en el lugar, por lo que era un público difícil. Eso no intimidó a Fred, ni a Julio, ni a Mandie, en lo absoluto. Ya está, la hora de la verdad había llegado. Una voz animada irrumpió entre los aplausos a Sanedrix para anunciar la siguiente banda en subir al escenario. Julio siempre llevaba un yoyo plateado a todos los toques en vivo que hacía, lo lanzaba hacia todas las direcciones, justo antes de empezar a tocar; con eso liberaba estrés y aliviaba la tensión de sus compañeros de banda

-¡Your Last Whisper! Conformados por, Mandie Sykes en la batería, Fred Sykes en el bajo, y Julio Hughes en la guitarra y voz-concluyó el presentador. 

Mandie escupió su chicle en la puerta de salida al escenario, tomó sus baquetas y cargó sus platillos. Un asistente técnico acudió en su ayuda para instalarlos en la batería. Fred tomó su bajo y enchufó los cables por sí sólo. Julio guardó su amuleto de plata en el bolsillo, tomó su AX ESP cromada y saltó al escenario, siguiendo el mismo procedimiento de Fred, junto a un asistente que le ajustaba la altura del micrófono. Ambas cajas de efectos estaban listas para cambiar el sonido a lo largo de algunas piezas, por lo que no se dieron más bomba y comenzaron con lo suyo. Julio se puso al frente, tomó el micrófono y con mucha energía dijo;-Dejen que este sea su último susurro, pero jamás su último grito de libertad, justicia y paz ¡No se dejen manipular por el Maestro de las Marionetas!

Mandie marcó cuatro tiempos rápidos con las baquetas en el aire; enseguida Fred simuló un golpe al suelo con su bajo blanco Ibanez, mientras incorporaba su sonido al primer acorde vibrante de Saffin, la guitarra de Julio, quien la alzó y pisoteó al unísono sobre la tarima con su pie izquierdo. La gente enseguida reconoció el famoso tema de Metallica, Master of Puppets, que en su introducción provocó movimientos bruscos e impredecibles en la cabeza de muchos "headbangers" amantes del Metal.

"Taste me you will see
More is all you need
You're dedicated to
How I'm killing you"

La voz de Julio y el ritmo acelerado de la pieza quebraba el silencio divinamente y con mucha fuerza. La gente coreaba la letra junto al vocalista. 

"Come crawling faster
Obey your master
Your life burns faster
Obey your MASTER
MASTER"

Entró la parte del solo. El guitarrista se separó del micrófono para compaginar una armoniosa, aun intensa combinación de notas y tresillos. Fue ovacionado a su término. Culminó la pieza e hizo su respectiva risa maquiavélica, con intención de crear un ambiente sombrío y más fuerte que antes. El público sólo podía gritar y aplaudir la primera actuación de la banda. Un amigo de Julio quiso jugarle una broma, y a manera de alabanza, lanzó unas pantaletas (hilo o tanga) hacia él, quien la cogió emocionado, la besó y dijo por el micrófono;-Gracias, yo también los amo-, hubo risas y un diminuto alboroto por el asunto. La lista de canciones continuó con Enter Sandman de Metallica, A Nightmare to Remember de Dream Theater (versión corta), Tears Don't Fall de Bullet for my Valentine, Sigmund and the Exes y The Travesy of Despair, ambas de su autoría. Se excedieron del tiempo reglamentario de veinte minutos por banda, llegando hasta veintitrés. Ese error de cálculo les costó el premio de diez mil dólares y el primer lugar, quedando en el segundo puesto. Los tres miembros protestaron ante los jueces por su dura decisión, pues les parecía que Sanedrix no era tan talentosa como su banda.

-Chicos, estuvieron geniales. Escogieron una de mis mejores y más complejas creaciones para interpretar, pero las reglas son las reglas-dijo Petrucci, tocando el hombro de Julio, con intención de animarle para una ficticia próxima vez.
-Señor Petrucci, para mí es un honor ser elogiado por alguien tan talentoso como usted. Quisiera un autógrafo suyo en mi guitarra, Saffin, si no le molesta
-Con gusto. Por cierto, tocas bien la guitarra. Sigue trabajando duro chaval, lograrás grandes cosas. Y llámame John, por favor
-Mis respetos John
-Mejor fortuna la próxima vez

ACTUALIDAD

Volvió a despertar, ahora sobre una colchoneta en el piso. Tuvo dificultades para recuperar la conciencia, por lo que se tomó unos instantes para recordar el motivo de su hospedaje en la sala para esquizofrénicos, más aun trataba de captar cada detalle anterior a su visita en el manicomio. Quiso maldecir por haber fracasado y sólo haber conseguido algo parecido a una auto flagelación, desde aquel último intento por quitarse la vida.

-Empiezo a odiar el blanco-balbuceó. Hablar con claridad le resultaba imposible debido al escaso movimiento que podía hacer con su lengua herida, más el pañuelo que tenía entre su mordida, por si quería tratar de suicidarse otra vez.

Un psiquiatra entró a verle, y pudo reconocer las palabras que dijo entre su balbuceo. Se sentó en un sofá de baja altura frente a él, adoptando una postura de buen escucha.

-Julio Hughes, si no me equivoco. Intentaste suicidarte hace 3 días. Estoy aquí para conocer lo que te motivó a hacerlo. Sé que no puedes hablar, mas no tienes que hacerlo. Te preguntarás por qué llevas tanto tiempo inconsciente. Pues, tuvimos que trasladarte a una clínica para atender tu estado crítico, lo que ocasionó que los médicos no tuvieran más remedio que suministrarte drogas y calmantes durante el proceso de detener la hemorragia, sutura y recuperación inmediata. Fueron altamente efectivos por lo que veo. Quisiera hacerte unas preguntas, que quiero que respondas asentando o negando con la cabeza. Son pocas, aquí voy. Primera. ¿Vives solo?

Asentó. El psiquiatra tomó nota y siguió:-¿eres soltero?

Volvió a asentar.-¿Fumas con frecuencia?

Julio lo miró con desidia, como para comunicarle que obviamente lo hacía. Enseguida lo pudo entender y continuó:-¿Tienes a tu familia cerca de ti?

Golpe directo. Esta interrogante lo desarmó anímicamente. Rápidamente empezó a convulsionar, para entrar en una especie de trance hipnótico. No pudo escuchar voz alguna esta vez. Era muy extraño, pues estaba más lúcido dentro de su mente que en contacto con el entorno. Recordó aquella primeriza y anunciante voz, que le advirtió sobre un peligro y un asunto importante que debía resolver. Hizo una asociación directa con el aviso que le dio aquel hombre de pinta peculiar en su sueño. Hizo un gran esfuerzo por indagar en los rincones más profundos de su mente. Tardó unos minutos en procesar la vaga información, pero las primeras piezas del rompecabezas ya estaban armadas: recordó que aquella etérea figura había mencionado que su padre seguía con vida. Bingo. Encontró sentido a lo que temía fuera insensato. Ahora sabía que no estaba del todo desquiciado y que realmente tenía razones para salir de allí, lo antes posible. 

Su padre había sido parte de una logia secreta, parecida a la masónica, la Occa, que aparentemente guardaba secretos inimaginables sobre la humanidad. La logia tiene una antigüedad extenuante, sus ancestros la fundaron con el fin de descifrar el origen de la idea que creó a los humanos (por qué fueron creados con alma) y descubrir el fin último de la existencia en esta dimensión. A través de su filosofía y creencia espiritual, han descubierto diez grandes secretos cuya explicación elude los paradigmas de la lógica y de toda ciencia concebidos hasta este momento. Los secretos se hallaban inscritos sobre papeles y letras de todas las formas y tamaños, adheridos a una pequeña lápida de forma ovalada, del tamaño de un brazo, conocida entre los occistas como El Pergamino de la Salvación (antiguamente era sólo un pergamino), pieza sumamente importante para ellos, pues era el producto de todo el trabajo y tiempo invertido en su creación y enriquecimiento. Diez secretos que, bajo el consentimiento de un alma desquiciada, sería un peligro inminente para toda la humanidad. Podría significar destrucción en vez de su antítesis. Se creía que El Pergamino de la Salvación estaba completo y listo para ejecutar su benigno ritual de protección divina, que garantizaría la salvación de las almas capaces de aceptar la verdad y ponerla en práctica. Resulta que no fue así, pues al cabo de la ejecución del ritual, nada de lo predicho por los profetas de la logia, incluso descrito en los antiguos textos sobre los diez grandes, parecía surgir el efecto deseado. No cabía el error; todo encajaba perfectamente en el lugar donde debía, así que no había explicación para tal fracaso. El día escogido por el calendario de la Occa fue el del eclipse lunar predicho para ese día; los diez líderes estaban en su sitio, mientras su máximo exponente, Sylvanus, se hallaba dentro del centro del círculo con la lápida frente a sí, entonando con voz ancestral los cantos del ritual. Martin, el papá de Fred, y Lucio, el de Julio, eran dos de los líderes presentes en ese ritual; además de ser muy buenos amigos y estar trabajando en la creación de un onceavo secreto sin el consentimiento del resto. De ser posible su completa creación, ese último descubrimiento representaría un peligro aún mayor, que el de los diez anteriores juntos, pero completaría la secuencia para establecer un orden nuevo. Asimismo, ritual de la lápida sería modificado, y por consiguiente daría punto final al sufrimiento humano y dictaría la sentencia de muerte a las preguntas existenciales de todos los tiempos.

Es el segundo mes en el psiquiátrico de Menninger, lo que representa una enorme frustración para Hughes. El mes viene adornado con una espléndida primavera, cerca de su cumpleaños. Sentía nostalgia por tanta soledad. Creía extrañar el amor de sus seres queridos, pero no estaba seguro de eso. Sólo sabía que no soportaba un segundo más allí. Quería salir de ese maldito manicomio lo antes posible. Lo que dirigía su inquietud, era lo mismo por lo que había estado luchando antes que su padre fuese traicionado y castigado por Sylvanus; su objetivo principal, o lo que es lo mismo, sus ganas de hacer posible lo imposible. Entre toda su confusión, él entendía que era su deber reencontrarse su padre. Lucio era un hombre admirable, que aunque había cometido muchos errores, no se arrepentía de ninguno. Julio recordó la última vez que habló con su padre, hace más de quince años. Era la mañana de un viernes, como cualquier otro, y su viejo había terminado su desayuno, con su típico habano entre los labios, vestido ya con su abrigo de psicoanalista, leyendo el periódico. Julio terminó de bajar las escaleras con su revista de música y le preguntó;

-¿Vas a llegar tarde hoy también? 
-Hoy no. Recuerda que es la final intercolegial de Volleyball femenino y tu hermana está muy emocionada porque iré a verla jugar. Te prometo que estaré de vuelta con Anna y tu madre antes que llegues de casa de Mandie
-Promételo-Julio extendió su meñique hacia Lucio, en señal de comprometimiento. Lucio hizo lo mismo, enganchando su meñique con el de su hijo.
-Y tú prométeme que tratarás de llegar a casa antes que nosotros
-Prometo que lo intentaré, pero recuerda que nunca llego a casa inmediatamente después de ir a ver a Fred y a la loca de Mandie ensayando con su banda
-Traeré una sorpresa para ti esta noche. Confeso, te la has ganado

Esa misma noche, Lucio (como cosa rara), rompió su promesa. A su hijo no le sorprendía en lo absoluto, más bien estaba extraordinariamente acostumbrado. No comprendía cómo un psicólogo clínico podría trabajar durante todo el día, llegar a casa pasadas las 9 y no dar otra explicación que no fuese la de ver pacientes de 'emergencia' en su consultorio. Había una tormenta huracanada, con lluvia y truenos de fondo. Se hizo medianoche y Julio todavía estaba solo. Aproximadamente a esa hora recibió una llamada de algún número privado en su celular. Atendió y sagazmente contuvo su rabia. Lo que escuchó en ese momento, cambió su vida para siempre. La voz de un hombre sin escrúpulos le dijo; -Ellos ya no están. Heredero de la Occa. 7...9...5...8...2...6...8. Nos vemos en el infierno-. Se colgó la llamada. La sangre de Julio se congeló inmediatamente. Intentó remarcar varias veces, sin éxito. Pudo anotar la cifra dicha por la voz, sin encontrarle sentido lógico. Dos minutos después, su tía lo llamó para decirle que lo iría a buscar en ese mismo instante, su familia había tenido un accidente de tránsito. La conmoción no le permitió aseverar sus pensamientos, y mucho menos ordenarlos. No tenía idea de quién lo quería ver en el infierno, ni de qué rayos era la Occa. Apenas arribaron a la clínica el hedor a muerte impregnaba su olfato. Su madre ya no estaba, su hermana quedó sin forma y su padre estaba en coma. El joven no sabía si sentir pánico, tristeza o ira. Huyó de la clínica furioso y su tía tuvo que llevarlo a su casa bajo estricta vigilancia, antes que cometiera una locura. Lo cierto fue que no tuvo la valentía ni la prudencia de asistir a algún funeral. Esa noche cambió su vida, y quedó devastado internamente. El amor que alguna vez llenaba su aliento y alimentaba su esperanza, ahora había formado una nube negra y espesa que ocultaba sus emociones, a tal punto que ni él mismo sabía reconocerlas. Pronto dejó de experimentar, al menos las positivas. Meses más tarde, mientras vendía los bienes de su viejo hogar, fue al sótano a ver qué quedaba ahí abajo. Entre polvo y la leve oscuridad, un paquete de mediana altura con envoltura de regalo llamaba la atención entre las demás cosas. Tenía una forma muy peculiar. No aguantó la curiosidad y abrió el paquete. Retirada la envoltura, lo contempló estupefacto. Lo más hermoso de su alma y sentimientos se concentró para salir dentro de una lágrima, que dejó escapar y correr por su rostro. Adherida a la caja se encontraba una nota que decía;'Sorpresa hijo, aquí está lo prometido. TE AMA, PAPA'. Era su regalo más ansiado desde hacía más de dos años. Una Stratocaster. Por fin tenía su propia guitarra eléctrica y su padre había cumplido su promesa. Eso no tenía precio para Julio. Allí fue cuando sintió alegría por última vez.

Un año después de la tragedia, Julio Hughes se dedicó a investigar el significado de lo que dijo aquella voz tenebrosa, rescatando todos los detalles del momento. Tuvo la necesidad de aprender Latín para estudiar más a fondo los orígenes de esa especie de logia que tanto le intrigaba. Era muy complicado buscar información sobre eso, pues no aparecía en registro alguno de internet ni en los libros de las bibliotecas. Viajó a varios cementerios, parlamentos y bibliotecas alrededor del mundo. Pudo averiguar cómo, cuándo, por qué y para qué se fundó la organización. Estaba al tanto de la existencia de El Pergamino de la Salvación, pero desconocía sus secretos. El otro enigma era la identidad de los miembros actuales de la Occa, su ubicación sería muy difícil de predecir y él lo sabía. Esta larga investigación alimentó su deseo de hacer algo significante para la humanidad. Ser alguien, ser reconocido y trascender. Vio en la Occa una oportunidad para ejecutar un plan de cambio masivo, basado en el pensamiento, la percepción y la motivación. Tenía fe en su inteligencia, que claramente le otorgaba poder para hacerlo. Fred, como su mejor amigo, sabía lo que Julio investigaba y le parecía que era muy optimista, o muy estúpido. Aun así, Hughes sabía que la realidad no cambiaría tan fácilmente, pero él quería llevar los límites de la libertad al máximo, para ver hasta dónde era posible manipular la realidad propia y de otros. Parecería un intento apresurado en hacer entender lo ininteligible a todos los seres con sapiencia y conocimiento, pero no era otra cosa que eso. Es decir, Julio que un humano que pudiera distinguir perfectamente entre el bien y el mal, no trascendería y su alma volvería a la tierra otra vez. En cambio, si se daba a conocer algo más allá del bien, una forma conductual última, un bien supremo o superior, hasta ahora desconocido para ese humano, conllevaría a la salvación de su espíritu eternamente. Así pues, si ese mismo 'bien' era reconocido por todas las comunidades del mundo, podrían ponerlo en práctica lo antes posible. Más almas humanas trascenderían por generación. Su error, quizá era el no considerar el factor tiempo como elemento inexistente, es decir, le daba mucha importancia a que los humanos cambien su forma de actuar rápido, lo antes posible, como si el fin del mundo estuviera en frente de nuestras narices. Pero quizá ese mismo curso natural sería seguido por los humanos en el futuro, conocerían ese bien supremo eventualmente, más tarde que temprano. Todos se salvarían por igual y Julio no tendría que haber hecho más que ocuparse de sus propios problemas y de los seres queridos que le quedaban. Su basamento, pues lo tenía ante sus ojos. Una sociedad decadente llena de violencia e ignorancia, abusos, injusticias, entre miles de otras barbaridades. Eso mismo buscaba la Occa, resumir en 'diez secretos' la verdad última de la existencia.

Volvió a experimentar alegría ahora, que estaba en un psiquiátrico, pero mezclada con esperanza y temor. Después de pasar tanto tiempo siendo insensible ante casi todo, era muy extraño y hasta difícil saber exactamente qué estaba pasando. El solía ser pésimo controlando sus emociones, aunque en su adolescencia era bueno reconociéndolas. Supuso que todavía le quedaba parte de ese 'don' y se aseguró de encajarlas con la lógica, pues eso sí, la racionalidad era la primera de las cosas en cuestión, el primer filtro al recibir información. Todo lo procesaba como una máquina inteligente. Mientras almorzaba, una asistente lo llamó a la entrada, diciéndole que tenía una visita. Julio se extraño muchísimo por el asunto, pero no escatimó en seguir la corriente. Detrás de una puerta de vidrio había una mujer y dos hombres, vestidos muy formalmente. Cuando se acercó a ellos, su sorpresa fue inevitable.

-Hola, ¿qué te trae por aquí?
-Cállate y ven con nosotros. Te sacaremos de aquí
-Suenas sexy cuando me das órdenes, Eliana

Una GMC negra último modelo los esperaba afuera del recinto. Salieron sin mayores problemas y se subieron a la camioneta. Él se sentó atrás y la mujer en el asiento del copiloto. Transcurrió un par de minutos en silencio.

-¿Debo preguntar?-irrumpió Julio
-Prefiero que no. Deberías saber por qué estás aquí
-De hecho sí. Te volviste loca y me quieres llevar a otro manicomio para estar contigo
-Créelo así por ahora. Detesto hablar demás-advirtió Eliana-, así que espera a que nos comuniquemos con la base de operaciones de inteligencia y contrainteligencia
-¿Base de qué? No querrás volverme a mí agente, soy malo espiando
-Pon atención, no lo repetiré. Encontramos el primer fragmento del undécimo secreto, el que intentaba desarrollar tu padre por su cuenta. La organización secreta donde el trabajaba fue investigada a fondo. La Occa ya no existe, todos sus miembros fueron mutilados. Buscamos al o a los responsables de los asesinatos. El FBI lleva más de quince años investigando, sin el primer sospechoso oficial todavía. Los propósitos de Sylvanus siempre rozaban la excentricidad y la exaltación, además es el único miembro de la Occa cuyo cadáver no se encontró, por lo que se cree que es el único responsable directo. Se cree que planeaba la dominación de todas las religiones con aquel ritual que nunca funcionó. Luego se enteró que el ritual no estaba completo, y casi enloqueció. Es lógico, como la profecía dictaba: "cerca de la salvación de la humanidad está la última piedra en el camino, dejada allí por el hijo del maligno, cegado por la etérea luz de todas las bendiciones". Una de las interpretaciones más convincentes es que su malintencionado líder Sylvanus, quiso apresurar el ritual de El Pergamino de la Salvación, antes de que estuviera completo, pues todos asumieron que no podían haber más de diez secretos, aunque se habían equivocado. Como te dije antes, ha sido difícil, pero hemos recuperado la mitad del fragmento del undécimo. Si no queremos que un psicótico corrompa la energía universal para sus fines, tenemos que recuperar la otra mitad antes que Sylvanus y luego quitarle el pergamino. Para eso, debemos encontrar a su portador, quien ha estado escondiendo la otra mitad del fragmento desde hace varios años. En este momento nos dirigimos hacia el aeropuerto, viajaremos a Los Ángeles. Allí vive tu padre.

Después de escuchar atentamente, Hughes se recostó del espaldar y cerró los ojos.-Lucio, el mundo espera avanzar y no retroceder. Coopera conmigo y sigue con vida hasta que te encuentre-, quiso transmitir telepáticamente su pensamiento. Tomaron el avión de las 6:00 P.M. Llegarían al aeropuerto de L.A. en dos horas y quince minutos. 

-Les saluda su capitán. Volaremos a una altitud de 35.000 pies del nivel del mar. Sigan las indicaciones de seguridad de las azafatas por favor. En nombre de toda la tripulación del avión, les deseamos buenas tardes y un feliz viaje...

¿Ansiosos?

Vamos que no queda más que esperar por lo bueno... En pocos días les haré entrega de la segunda parte de la vida de Julio. Luego empezaré a trabajar en la tercera. 


UH
Esta saga no termina (8) ...


Luis MigueL